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El esfuerzo por cumplimiento de la Tora en la época moderna

Introducción:

La cultura de nuestra generación tienta al hombre con una gran variedad de satisfacciones inmediatas que le llegan a él sin esfuerzo.
La gente compra a través de Internet, paga a través del teléfono, pide comida a su casa y aprieta diferentes botones electrónicos logrando así la satisfacción de sus deseos.
 
Frente a la cultura "moderna" - el mundo de la Torá es opuesto a ella. Se adquiere paulatinamente a partir del trabajo y el esfuerzo. Buenas cualidades no "nos caen desde arriba" sino que se adquieren a partir de invertir esfuerzos espirituales perseverantes durante largo tiempo.
 
¿Por qué no logro concentrarme en la tefilá (rezo)? ¿Por qué no siento ninguna satisfacción espiritual?

- Paciencia e inversión, constancia y esfuerzo - son las palabras claves, en  el camino a la construcción de un "edificio espiritual" estable. Y entonces se cumple la frase que dice: Te esforzaste y encontraste (lo que querías) - cree (que es cierto -finalmente- que lo conseguiste) !!!.
En esta actividad vamos a ver que es lo necesario para poder construir un el plano de lo espiritual).


¿Qué preparar?
Durante la semana: cartulinas y colores para hacer la propaganda.
En Shabat: las propagandas serán solamente orales.


El desarrollo de la actividad:

Etapa 1 -  Lectura de la carta de una persona que abandonó  el mundo de la Torá y las mitzvót (Apéndice 1).

Etapa 2 -  Discusión - ¿Por qué el muchacho dejo de ser "religioso"?

Nosotros hablamos mucho del mundo interior, pero logramos encontrarnos con él en forma más que excepcional, en caso que al menos lo encontremos.

¿Quién de nosotros logra concentrarse en sus rezos, sentir el placer de Shabat, sentir al Kadósh Barúj Hú y a las mitzvót?

¿Acaso nosotros nos auto-engañamos pensando que es posible sentir elevación espiritual y vivencias espirituales?

El joven siente que las diversiones de sus amigos son concretas y perceptibles, mientras que su mundo interior no lo es, y es por ello que comenzó a dudar acerca de su existencia.

¿Quizás tenga razón?

Etapa 3 - Dividamos a los participantes en tres grupos, cada grupo preparará propagandas - carteles, canciones y un lema para su producto.

Los productos son:   1. Medias rojas para el invierno.
        2. Chocolate como primer plato de las comidas.
    3. La cualidad de la humildad.

Etapa 4 -  Concentremos nuevamente a todos los participantes y ellos presentarán sus respectivas propagandas.

Preguntemos - ¿Qué propagandas fueron más exitosas? ¿Que producto fue difícil de vender?
- El grupo cuyo producto es la cualidad de la humildad tendrá más dificultades que todos los demás ¿por qué?

¿Acaso se puede vender con un cartel la cualidad de la humildad?  Es claro que no.

Llegaremos a través de ésta actividad a la conclusión que las cuestiones "interiores" son difíciles de vender. Ellas requieren de un discernimiento serio y profundo y de un trabajo paulatino. Para adquirir una cualidad o adquisición espiritual es necesario "esfuerzo".

Etapa 5 - Contemos el cuento "un cuarto de moneda de oro" (Apéndice 2).

¿Por qué el hijo del rey estaba satisfecho cuando su padre tiró las monedas de oro al fuego, mientras que cuando iba a tirar aquel cuarto de moneda el gritó?
Existe una sola y única diferencia entre todas las otras monedas de oro y aquel cuarto de moneda.
Aquel cuarto de moneda - era de su pertenencia.

 Si nosotros queremos vivir nuestras vidas en dimensiones más profundas, si nosotros queremos construir un edificio espiritual - debemos esforzarnos para ello. Cosas profundas e interiores se adquieren con esfuerzo y con paciencia, no es un producto barato, exterior que se adquiere con facilidad - y se puede tirar también con facilidad. Quizás brille menos a simple vista, pero se transforma en mucho más significativo y profundo si trabajamos para conseguirlo.

La  elevación espiritual no le cae a la persona desde arriba - la persona es la que debe elevarse !!
Con su fuerza avanza, lentamente, y a veces también se cae, sin embargo depende de su esfuerzo que se levante y continué avanzando en forma seria por el camino de su creatividad.

Solo a través de ello construirá un edificio que le sea propio y por ende importante también para si mismo.


Apéndice 1.
... "En la época del ejército me tuve un gran conflicto con la religión.

En todo mi servicio militar los muchachos en mi derredor se divertían. Viajaban a películas, a fiestas, comían en restaurantes, bucearon en la península de Sinai, yo por cuestiones de recato no podía participar.

Al principio me auto convencí que es bueno para mi de esta forma, pero lentamente, comenzó a filtrarse en mi una sensación de confusión. Ellos disfrutan tanto y yo en cambio renuncio a todo.

¿Para que en realidad hago esto?  ¿Qué gano a cambio?

Fui estricto en el cuidado de la ley halájica, pero vivencias espirituales nunca experimenté, la tefilá (rezo) nunca me provocó elevarme, "la mesa de Shabát" que todos los que "vuelen el judaísmo bajo un signo de interrogación" hablan con nostalgia, era para mi solo una sopa de pollo y un tchulente, ninguna elevación logre  sentir en mis veinticuatro años como religioso.
 
La diversión afuera en comparación a ésta era mucho más perceptible e intensa, una felicidad que existe en forma clara, no una felicidad artificial que hablan sobre ella en clases de filosofía; no charlas teóricas sobre un mundo espiritual interior - que yo nunca logré sentir.

Senti que me perdía una felicidad inmediata que existe aquí y ahora y yo lo vendía por algo que nunca lograría alcanzar.

Algo que quizás ni siquiera existe ...".

Apéndice 2.

Un cuarto de oro.

 ... Había una vez un rey muy rico.
Tenía un hijo que heredaría el trono llegado el momento,
Sin embargo, aquel hijo era muy mimoso y también muy haragán.
Quizo el rey prepararlo para el reinado y lo envió a trabajar con un herrero.
El herrero que sabia que su trabajador era el hijo del rey, no le dió para realizar tareas difíciles, sino que continuó mimándolo y aquel hijo del rey no hacia finalmente nada; cada semana le entregaba una moneda de oro.

Cuando el hijo del rey regresaba al palacio en el fin de semana y le daba a su padre la moneda de oro, el padre tomaba la moneda y la tiraba al fuego.

El hijo del rey no entendía la acción que realizaba su padre, más no le dijo nada.
Así pasaron los años.

Un día le dijo el rey a su hijo que lo iba a llevar a trabajar con otro herrero.
Aquel herrero no sabía que el joven era el hijo del rey y lo hizo trabajar durante toda la semana en tareas difíciles.
En aquella semana trabajo el hijo del rey más de lo que había trabajado durante toda su vida.

Al final de aquella semana le dio el herrero un cuarto de moneda de oro.
Regresó  el hijo del rey al palacio cansado y transpirando y le dió al rey el cuarto de moneda, y vió como su padre iba a seguir con su costumbre de tirarla al fuego.

Saltó el hijo del rey sobre su padre, tomo la moneda y gritó -
" No la tirés - es mia !!! Trabaje por ella con todas mis fuerzas ".