Cuento La Cabra

 

Por Sh. I. Agnon

 

 

Había una vez en Polonia un viejo que sufría del corazón. Acudió al medico, que le ordeno beber leche de cabra. Fue y compro una cabra y la introdujo en su corral. No transcurrió mucho tiempo y la cabra desapareció. Salio a buscarla y no la encontró en el patio y tampoco en el huerto, sobre el techo del templo ni junto a la fuente en la montaña y tampoco en el bosque.

La cabra permaneció fuera varios días y volvió por si misma. Sus ubres estaban llenas de leche de un gusto paradisíaco, y así sucedió muchas veces. La cabra desaparecía, salían a buscarla pero no la encontraban. Y al volver sus ubres estaban llenas de una leche más dulce que la miel. Una vez dijo el viejo a su hijo: "Hijo mío, querría saber a donde va la cabra y de donde trae esa leche tan dulce a mi paladar y tan sana para mis huesos".

Díjole su hijo: "Padre, eso tiene solución". Fue el hijo y trajo una cuerda que ato al rabo de la cabra. Díjole el padre: ¿Que haces hijo mío? "Pues le ato y si siento que desea partir tomo la cuerda y voy tras ella." Movió el viejo su cabeza afirmativamente y dijo: "Tu inteligencia me alegra el corazón". Y sucedió que al percatarse de que la cabra deseaba partir, tomo el muchacho la cuerda entre sus manos y no la soltó. Y así fue tras de la cabra y después de mucho caminar llego a una cueva.

La cabra penetro en ella y el muchacho con la cuerda en la mano detrás. Así caminaron una hora o dos, o tal vez un día o dos, ya que debido a la novedad no se sentía el tiempo que transcurría. Agitaba la cabra su rabo y valaba. Finalmente salieron de la cueva. Vio montanas elevadas cubiertas de árboles frutales, y una fuente de agua cristalina apareció ante el. El viento le traía fragancias y perfumes. La cabra trepo a un algarrobo y comenzó a comer sus dulces frutos llenos de miel.

El muchacho se dirigió a los moradores del lugar diciéndoles: "¡Eh amigos! ¿Donde estoy, y cual es el nombre de este lugar?" Dijéronle: "Estas en la Tierra de Israel, cerca de Tzfat". Inmediatamente se lleno su corazón de amor y beso la tierra, luego levanto su rostro al cielo y dijo: "Bendito sea Dios que me trajo a Eretz Israel". Díjose el muchacho: "Hasta que alumbre un nuevo día y se dispersen las sombras, descansare aquí, bajo este árbol; luego volveré a mi hogar y traeré a Eretz Israel a mi padre y a mi madre.

 

Pero ese día era erev shabat. Estaba aun descansando cuando escucho: Venid, salgamos a recibir a la reina del sábado.

Vio el muchacho hombres envueltos en blancas túnicas como ángeles. Todas las casas estaban alumbradas por múltiples velas. Entendió que era sábado y era imposible emprender ahora el regreso. Arranco un tallito, lo mojo en tinta y escribió sobre un pedazo de papel una carta a su padre: He llegado felizmente a Eretz Israel y desde la ciudad santa de Tzfat, que me embriaga con su santidad, te escribo. No preguntes como he llegado aquí. Toma la cuerda atada al rabo de la cabra y ve tras ella. Así llegaras seguro a Eretz Israel.

Enrollo el muchacho el mensaje y lo coloco en la oreja de la cabra. Díjose a si mismo: cuando ella llegue, mi padre le acariciara la cabeza y ella moverá sus orejas; inmediatamente caerá el mensaje, padre lo leerá, tomara la cuerda e ira con ella a Israel.

Volvió la cabra a casa del viejo, pero no movió sus orejas y el mensaje no cayo. Al ver a la cabra volver sin el hijo, comenzó el viejo a llorar amargamente. Hijo mío, ¿donde estas? Hijo mío, ¡quien daría mi muerte en lugar de la tuya! Y cada vez que veía a la cabra decía: Ay del padre que desterró a su hijo, ay de esta que lo alejo del mundo. Y no se calmo el viejo hasta que llamo al matarife a que sacrifique a la cabra. Vino el matarife y al degollarla cayó el mensaje. Reconoció el viejo la escritura de su hijo, leyó y comenzó a golpearse la cabeza exclamando: --Desgraciado de mi, desgraciado del hombre que perdió su suerte por sus propias manos, desgraciado el hombre que retribuyó el mal por el bien. Apenóse mucho tiempo por la cabra y no podía consolarse: -Ay de mi, hubiera podido llegar a Eretz Israel de un solo salto, pero ahora acabare mis días en este galut.

 

Desde entonces esta oculta la entrada a la caverna y no existe mas el camino corto a Eretz Israel... ¿Y el muchacho? Si aun vive, seguro florece fresco y tranquilo en el mundo de la vida.