I. El
instructor explica los objetivos del ejercicio.
II Para establecer una atmósfera apropiada, el instructor conduce un
ejercicio de fantasía. Se les pide a los participantes cerrar los ojos e
imaginarse a sí mismos como algo que no sean personas, algo que les gustaría
ser. Después de unos dos minutos el instructor cuenta su propia fantasía (y
por qué decidió ser tal cosa), y pide a los participantes tomar su turno
alrededor del círculo en la misma dirección de las manecillas del reloj.
III. Se le instruye a los participantes a examinar sus cuatro monedas y
escoger una con la cual se puedan identificar. (Algunos criterios de
selección son: el tamaño, la utilidad, inscripciones, denominación,
composición, año, celebridad acuñada, y Casa de Moneda). Las otras monedas
se guardan, y cada participante coloca la moneda elegida sobre su mano,
enfrente de él.
IV. Cada uno de los participantes comparte la(s) razón(es) por la seleccionó
la moneda. Comienza el participante que se encuentre a la del instructor, y
el desarrollo procede contra las manecillas del reloj.
V. Entonces los participantes en completo silencio en una confesión
emocional comparten una parte de ellos a otro miembro del grupo. ES
IMPORTANTE QUE LOS PARTICIPANTES AL COMPARTIR SU CONFESIÓN, NO LA
INTERCAMBIEN, BUSCANDO RECIPROCIDAD O COMPASIÓN. Los participantes NO deben
enseñar sus monedas al grupo. Tan pronto como cada participante realiza su
confesión en silencio, coloca su moneda en el suelo, frente a él.
VI. Tan pronto como todas las monedas han sido colocadas en el piso, el
instructor explica el paso siguiente. Siguiendo la dirección de las
manecillas del reloj, los participantes presentan sus monedas, esto es,
comparten (ahora sí verbalmente) una parte de ellos mismos, a los otros
miembros. La presentación se realiza parándose frente a la persona que
eligieron, haciendo contacto visual. La moneda es entregada a la persona que
eligieron para hacer el contacto visual.
VII. Comenzando primero con el participante que recibió el mayor número de
monedas, y así sucesivamente, cada uno deberá compartir sus sentimientos
sobre la experiencia de recibir. Sus comentarios deben dirigirse hacia la o
las personas que le dieron la moneda.
VIII. El instructor analiza la experiencia que produce el rechazo, haciendo
hincapié que el rechazo, por más leve que sea, es una de las más difíciles
reacciones emotivas con las que lidiamos. Aquellos participantes que no
recibieron monedas se les pide que contesten y compartan sus sentimientos.
IX. Tras un rato de meditación en silencio, el instructor abre una discusión
sobre el proceso y cómo pueden aplicar lo aprendido en sus vidas.
X. El instructor guía un proceso para que el grupo analice, como se puede
aplicar lo aprendido en su vida. |